Cuaderno de California (6)
Aïoli. Bodega española
La cocina internacional en Davis carece de sorpresas y responde, claro está, a lo normalizado: múltiples chinos, bastantes italianos de distintos pelajes y dispar categoría, dos o tres buenos japoneses, un thai, un afgano y un español. Lo descubrimos gracias a una guía de restaurantes y esta tarde, al volver de Sacramento, hemos ido a buscarlo. Con el extraño nombre de Aïoli (¿se trata, quizá, de una contracción de all-i-oli, alioli o como cada uno quiera?) y esa diéresis sobre la i, inexistente en castellano, esta autotitulada “bodega” española, llena sin embargo de vinos argentinos, chilenos y californianos, presenta una carta razonablemente celtibérica de la que están clamorosamente ausentes el jamón y la tortilla de patatas, si bien brillan –matizadamente– las fabes y un par de paellas (vegetarian una de éllas). Por mor no sé si de las tipográficas erratas o, probablemente, por puro afán de internacionalizar, hay en el menú platos de nombres deliciosos (todos sic y desacentuados): “charcuterie y queso manchego”, “pescado en papyrusa”, “salmon con accento catalan”, “bisteca costeña”, “costolettas de puerco malagueña”, “cazuela de conejo riojena” (sí, sí: con e. Riojena), “merquez a la flamenca” (¿qué cosa es el/la merquez?), “tiburón picado” (¿alguno de ustedes ha probado eso en España?), “bavette de boeuf” o, fantástico, “bourek de casa”. En fin, por conocerlo hemos pasado y nos hemos tomado un par copas de Marqués de Alella (se les había terminado el Chardonnay de Raimat). Esos dos blancos, junto a un puñado de inevitables y vulgares riojas, eran las muestras hispanas en la carta de vinos. El agua, eso sí, la servían en unas jarras de cerámica de las que suelen emplear en Castilla para el humilde vino de la casa. Curiosa ironía: en esta bodega, lo más español es el recipiente para el agua. ¡Tócate los cojones, Maria Victoria! Los camareros, salvo el barman y un muchacho de origen oriental, todos morenos y de pelo sospechosamente negrísimo. Ninguno, eso sí, con el más mínimo aspecto spanish, es decir, mejicano. A uno de ellos, que se ha acercado por donde estábamos, le he dicho: “¿Qué tal…?” Él, como si no hubiese escuchado, me ha contestado en un inglés sólo pasable:”How are you?”. Carmen y yo nos hemos mirado algo perplejos. ¿Sería griego? ¿Italiano? ¿Catalán de la ceba? Misterios de la cocina internacional. Como la bisteca, el merquez o el bourek. Quizá la entropía ayude a explicarlo todo. Quizá.
La cocina internacional en Davis carece de sorpresas y responde, claro está, a lo normalizado: múltiples chinos, bastantes italianos de distintos pelajes y dispar categoría, dos o tres buenos japoneses, un thai, un afgano y un español. Lo descubrimos gracias a una guía de restaurantes y esta tarde, al volver de Sacramento, hemos ido a buscarlo. Con el extraño nombre de Aïoli (¿se trata, quizá, de una contracción de all-i-oli, alioli o como cada uno quiera?) y esa diéresis sobre la i, inexistente en castellano, esta autotitulada “bodega” española, llena sin embargo de vinos argentinos, chilenos y californianos, presenta una carta razonablemente celtibérica de la que están clamorosamente ausentes el jamón y la tortilla de patatas, si bien brillan –matizadamente– las fabes y un par de paellas (vegetarian una de éllas). Por mor no sé si de las tipográficas erratas o, probablemente, por puro afán de internacionalizar, hay en el menú platos de nombres deliciosos (todos sic y desacentuados): “charcuterie y queso manchego”, “pescado en papyrusa”, “salmon con accento catalan”, “bisteca costeña”, “costolettas de puerco malagueña”, “cazuela de conejo riojena” (sí, sí: con e. Riojena), “merquez a la flamenca” (¿qué cosa es el/la merquez?), “tiburón picado” (¿alguno de ustedes ha probado eso en España?), “bavette de boeuf” o, fantástico, “bourek de casa”. En fin, por conocerlo hemos pasado y nos hemos tomado un par copas de Marqués de Alella (se les había terminado el Chardonnay de Raimat). Esos dos blancos, junto a un puñado de inevitables y vulgares riojas, eran las muestras hispanas en la carta de vinos. El agua, eso sí, la servían en unas jarras de cerámica de las que suelen emplear en Castilla para el humilde vino de la casa. Curiosa ironía: en esta bodega, lo más español es el recipiente para el agua. ¡Tócate los cojones, Maria Victoria! Los camareros, salvo el barman y un muchacho de origen oriental, todos morenos y de pelo sospechosamente negrísimo. Ninguno, eso sí, con el más mínimo aspecto spanish, es decir, mejicano. A uno de ellos, que se ha acercado por donde estábamos, le he dicho: “¿Qué tal…?” Él, como si no hubiese escuchado, me ha contestado en un inglés sólo pasable:”How are you?”. Carmen y yo nos hemos mirado algo perplejos. ¿Sería griego? ¿Italiano? ¿Catalán de la ceba? Misterios de la cocina internacional. Como la bisteca, el merquez o el bourek. Quizá la entropía ayude a explicarlo todo. Quizá.
6 Comments:
¿Seguro que se trataba de una taberna? Lo del pescado en papyrusa o la costoletta de puerco malagueña suenan megalúbricos. ¿No había morenas taberneras vestidas en "tiburon picado"? Aïoli, fantástico descubrimiento.
Seguramente los chinos sólo identifican el rollito de primavera con algún romance esporádico en dicha estación, entendiendo por esporádico quel rollito en el que es más probable contraer hongos.
Saludos a todos desde el otro lado del charco!
Nos dirigimos a ustedes para rogarles que colaboren con la causa que a continuacion les vamos a exponer:
Nosotras, las miniprotactinias, andamos ya algun tiempo inrtentando convencer a protactinio y esposa para que adquieran un perrito, pero estos no solo no son partidarios, sino que se muestran reacios con la idea, asi que hemos decidido que, en un gesto de buena voluntad, ustedes podrian ayudarnos, simplemente añadiendo una firma para ver si conseguimos entre todos ablandarles el corazon, ya que hemos probaado todas las vias que se puedan imaginar.
El perro en cuestion puede ser cualquiera que mida menos de 30 cm, ya sea de raza o no, pero rogamos encarecidamente que ustedes colaboren con la causa dejando su firma.
Gracias y muchos besos a todos.
Pero hombre, maestro. !Apenas lleva fuera de casa un par de semanas y ya anda buscando pitanza casera!. Aproveche su estadía californiana para probar lo que ofrecen los restaurantes más o menos exóticos del lejano Oriente, recurra a la clásica carne a la brasa o busque refugio en cualquier italiano (si es auténtico, encontrará pan y aceite de oliva).
Para comida española, basta y sobra con lo que recree usted mismo en el provisional hogar familiar. No va a encontrar nada parecido, creame.
Protactinio, ayer estuve en el Thyssen, y ante el 'Bodegón con ostras y limones' de Bonvin, me acordé de usted: el vino que acompañaba a las ostras era tinto. Soy un completo ignorante en cuanto a enología y maridajes, pero tenía entendido que a las ostras le va más el blanco ...
Maese Pa: Vaya tugurios que encuentra por ahí. Es mejor que no salga del laboratorio (por cierto ya nos contará qué está investigando). Saludos y recuerdos miles con un tánico, complejo y mineral priorato (garnatxa y carinyena mayoritariamente) en el coleto. Les Terrasses 2003 de Álvaro Palacios. Buen día.
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